La palabra “Vallenato” proviene de la descomposición de la frase “nato del Valle”, respuesta que daban los habitantes de aquella región cuando se les preguntaba de dónde eran.
Cuentan nuestros abuelos, que en el siglo XIX, la música que actualmente se conoce como la “Música Vallenata”, aún no tenía nombre específico. En aquel tiempo las composiciones eran interpretadas con guitarras, maracas y un cantante; hasta que un día, por uno de los puertos marítimos de nuestro país se introdujo un instrumento desconocido para la época, procedente de tierras Alemanas y llamado, el acordeón.
Este instrumento musical fue rechazado por las clases sociales de aquel entonces y desprestigiado en las reuniones y festejos de aquellos hombres y mujeres pudientes, que vivían en las grandes ciudades de la costa atlántica colombiana. Sin embargo, el destino quiso que el acordeón continuara entrando en el corazón de los costeños y decidió encontrar su lugar en las clases más populares y desde allí fue que comenzó a sonar en las parrandas que organizaban los menos favorecidos de la sociedad, donde la alegría primaba ante el dinero y el lujo, ya que hacían fiestas en la cocina, en los galpones de trabajo, en la calle, y todo con una caja, una guacharaca y por supuesto, una acordeón. Estas parrandas terminaron por transformarse en la ocasión perfecta para cantar y escuchar vallenatos.
Por esto, el Vallenato nació en la Costa Norte de Colombia y en un principio fue interpretado por campesinos de la región, que aún sin tener una preparación académica, aprendieron a tocar el instrumento e interpretar las notas que desconocían del pentagrama musical. Todo éste aprendizaje lo consiguieron a “oído”, escuchando una y otra vez las canciones, practicando a diario e intentando componer melodías nuevas en los diferentes aires musicales del Vallenato: Paseo, Merengue, Puya y Son.
Así como algún día lo hizo Rafael Escalona quien afirmaba: “Muchas veces la historia del canto es mejor que el canto mismo” y de ésta teoría surgía sus esplendorosas letras, como esta:
“Este pedazo de acordeón donde tengo el alma mía,
También tengo mi corazón y parte de mi alegría.
Por si acaso yo me muero les voy a pedí un favor,
Me lleven al cementerio este pedazo de acordeón”...
También tengo mi corazón y parte de mi alegría.
Por si acaso yo me muero les voy a pedí un favor,
Me lleven al cementerio este pedazo de acordeón”...
Hoy por hoy, se desconoce la manera como el Vallenato representa a todo el Pueblo Colombiano, aquí y en el exterior y muchas de las personas que habitamos este bello país pensamos que no tenemos ningún vínculo cultural con esta música. Todos somos extremadamente patrióticos pero olvidamos que el Vallenato es una de ésas tantas cosas que identifica nuestro país, al igual que el sonido de una acordeón o la pinta costeña acompañada del sombrero Vueltia’o. Sin embargo, no toda la música interpretada por acordeón es “Vallenata”.
Actualmente, las nuevas generaciones de acordeoneros, han adoptado un nuevo estilo, olvidándose así de sus raíces y todo, por la gran popularidad y comercialización a la que ha sido sometida la música Vallenata. Hoy no se tiene en cuenta el estilo autóctono de la región, sino que todo ha cambiado por el que más produzca dinero y el que logre cambiar la tradición por la comercialización.
Catalina Zapata
1 comentario:
HOLA A TODOS
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